María tenía 100 años cuando la
conocí. Desplazaba su cuerpo menudo de forma autónoma, con un andador, y
mantenía un discurso exquisito a pesar del siglo que la contemplaba. También expresaba
asiduamente su miedo a morir.
Una mañana, al ir a despertarla,
la encontramos muerta en su cama, en la posición que adoptaba para descansar
cada noche.
La tristeza reactiva instantánea
que siempre me ha inundado (tanto antes como después de la muerte de María)
tras el fallecimiento de una persona a mi alrededor, no apareció esa vez.
Comprendí los festejos alegres
con los que conmemoran a sus difuntos otros pueblos.
Morir, con las facultades
mentales plenas, sin previo aviso ni dolor, dormida en tu cama y con 100 años ,
por desgracia, es una rara avis.
La abrumadora
hipermedicalización y tecnificación del proceso vital humano en las últimas
décadas, ha irrumpido desde el nacimiento hasta la muerte de cada uno de
nosotros. Poca gente muere ya en su domicilio. Menos aún lo hacen sin
intervenciones médicas innecesarias.
Existen infinidad de casos
desgarradores, como enfermeras lo vivimos cada
día; pero una
de las patologías más devastadoras, tanto para el individuo como para la
familia y personal que la atiende, es el CÁNCER.
El infranqueable tabú erigido ante esas seis letras impulsa a la mayor
parte de los profesionales a evitarlas a toda costa.
Lesión, pápula, verruga, pólipo,
masa, tumoración, proceso oncológico…cualquier forma es considerada válida para
“desinformar” al sujeto en cuestión. Los ajenos al mundo sanitario, pocas veces
cuestionan a los doctores ya que apenas comprenden realmente el mensaje que se
les está “transmitiendo”.
El veto tácito a la palabra
CÁNCER va todavía más allá, ni siquiera en los informes médicos o en las
evoluciones clínicas suele aparecer tal cual: neoplasia, neo, Ca, Tm...
Frecuentemente, mucho más de lo que Ud se imagina, el paciente llega
al fin de sus días sin haber comprendido el jardín en el que se encuentra. Ciertos diostores han ido guiando
al enfermo a través de transcursos diagnósticos y terapéuticos pero han
olvidado lo esencial: explicar detallada y verazmente su enfermedad sin
eufemismos y su pronóstico más probable.
Permitir, en definitiva, que cada cual gestione su tiempo vital y su muerte.
La obstinación o encarnizamiento
terapéutico, fomentado por la industria
farmacéutica (1, 2), configura cruelmente los últimos
meses de vida de demasiados pacientes con cáncer.
Alargar tratamientos inútiles
con supuestos efectos paliativos supone la guinda del enorme y lucrativo negocio de la
quimioterapia.
¿Qué grado de objetividad puede
tener el ciudadano medio ante una propuesta médica de administración de
quimioterapia? Desde Farmaindustria se ocupan de acotar su terreno entre la
población. Observen cómo se nos predispone ya desde la
educación secundaria.
Ante este panorama, la sociedad
va despertando lentamente. Han surgido asociaciones de personas que defiende
una muerte digna (1, 2), e
incluso políticos sensibles con el tema como nuestra compañera enfermera, Marta Sibina, en el congreso de los diputados.
Aunque en aparente minoría,
también existen oncólogos que denuncian las habituales
prolongaciones innecesarias de quimioterapia y la falta o déficit en la
administración de cuidados paliativos adecuados en tiempo y forma; e incluso los
hay que tratan de investigar seriamente contra viento y
marea.
Sin embargo, para desgracia de tantos afectados, continua imperando el
sinsentido, sin lugar a dudas a causa del insidioso y largo empeño demostrado
por las empresas farmacéuticas dirigido a posicionar
favorablemente sus productos ante quienes deciden su administración.
Realizando una búsqueda en la
web observamos algo bien curioso en Aragón...Observen:
En 2013, 2014, 2015 y 2016 ha tenido lugar, en un lujoso hotel del balneario de Panticosa, un foro debate sobre oncología. Resulta curioso que un evento anual, que presumiblemente lleva tiempo aconteciendo, no refleje la edición correspondiente (I,II,III….Foro Debate parecería más correcto pero… ¿quizá inconveniente?). Este año es el primero en el que se ha mudado la localización a Formigal.
Todos los debates comienzan en el
Hospital Miguel Servet y al finalizar la primera jornada se desplaza a los
asistentes a Panticosa durante tres días más (este año a Formigal).
¡Qué afortunados al poder contar
con un entorno así para sus foros! Estos eventos requieren un
enorme esfuerzo organizativo, ¡pero más aún económico!
Este último aspecto está, probablemente, más que cubierto por sus
30 patrocinadores, los principales, importantes industrias farmacéuticas:
Sinceramente, resulta innecesario explicar el desmedido interés y
participación “altruista” por parte del
gran lobby en un foro de debate sanitario sobre la segunda causa de mortalidad
en nuestro país (CÁNCER). Si se detienen a leer con atención los programas de las diferentes
ediciones, observarán la evidentísima inclinación hacia la terapéutica
farmacológica. ¿Qué hay de las asociaciones de pacientes, los tratamientos no
farmacológicos o la rehabilitación?
Sería conveniente que el organizador del sarao declarara algún que otro conflicto de intereses, ¿no creen?
En Delirios Enfermeros vamos
sobrados de imaginación, locura transitoria e inquietud por comprender, y por
ello nos chocó enormemente no haber oído mencionar jamás una fundación con el
nombre de uno de los grandes sabios aragoneses y además localizada en el centro
de nuestra capital, Zaragoza.
Sin embargo, el BOA quetodolosabe arrojó un poco de luz al respecto, pueden leer
los detalles aquí. La Fundación Biomédica Miguel
Servet, con sede en un piso de la calle Albareda de Zaragoza se fundó en 2010
por parte de un muy heterogéneo grupo de médicos:
El presidente es jefe de sección de aparato digestivo en el SALUD, el vicepresidente es jefe de oncología médica en el Hospital Universitario
Miguel Servet, el secretario y tesorero es especialista en anatomía
patológica y cuenta
con vocales especialistas neurofisiólogo , dos
pediatras
Un patronato heterogéneo para
una fundación cuya actividad se ciñe a la investigación científica y
técnica según
parece, pero que en la práctica se encarga de organizar el evento anual en paraje de ensueño pirenaico.
Nos gustaría dejar constancia de ciertos deberes que , como
profesionales, contraemos todas y cada una de las enfermeras con nuestros
pacientes, reflejados en nuestro código deontológico:
Los autores de este humilde blog deseamos mostrar expresamente nuestra
repulsa a la jerga incomprensible utilizada frecuentemente por profesionales
sanitarios, a la prolongación
encarnizada de quimioterapias en el periodo final de un cáncer y a la falta o
retraso en la aplicación de unos cuidados paliativos dignos.
Además, nos comprometemos, como enfermeras, a denunciar estas
prácticas en nuestra actividad cotidiana e invitamos a todas nuestras
compañeras a hacer lo propio en sus ámbitos.
Así mismo, exhortamos a los colegios profesionales a mostrar públicamente su posicionamiento al respecto así como a tomar las medidas oportunas para el escrupuloso cumplimiento del código deontológico.
Porque
queremos para todos #VivirUnBuenMorir #TomaTuColegio
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