7 de septiembre de 2017

Vivir Un Buen Morir

María tenía 100 años cuando la conocí. Desplazaba su cuerpo menudo de forma autónoma, con un andador, y mantenía un discurso exquisito a pesar del siglo que la contemplaba. También expresaba asiduamente su miedo a morir.
Una mañana, al ir a despertarla, la encontramos muerta en su cama, en la posición que adoptaba para descansar cada noche.
La tristeza reactiva instantánea que siempre me ha inundado (tanto antes como después de la muerte de María) tras el fallecimiento de una persona a mi alrededor, no apareció esa vez.
Comprendí los festejos alegres con los que conmemoran a sus difuntos otros pueblos.
Morir, con las facultades mentales plenas, sin previo aviso ni dolor, dormida en tu cama y con 100 años , por desgracia, es una rara avis.
La abrumadora hipermedicalización y tecnificación del proceso vital humano en las últimas décadas, ha irrumpido desde el nacimiento hasta la muerte de cada uno de nosotros. Poca gente muere ya en su domicilio. Menos aún lo hacen sin intervenciones médicas innecesarias.
Existen infinidad de casos desgarradores, como enfermeras lo vivimos cada día; pero una de las patologías más devastadoras, tanto para el individuo como para la familia y personal que la atiende, es el CÁNCER.
El infranqueable tabú erigido ante esas seis letras impulsa a la mayor parte de los profesionales a evitarlas a toda costa.
Lesión, pápula, verruga, pólipo, masa, tumoración, proceso oncológico…cualquier forma es considerada válida para “desinformar” al sujeto en cuestión. Los ajenos al mundo sanitario, pocas veces cuestionan a los doctores ya que apenas comprenden realmente el mensaje que se les está “transmitiendo”.
El veto tácito a la palabra CÁNCER va todavía más allá, ni siquiera en los informes médicos o en las evoluciones clínicas suele aparecer tal cual: neoplasia, neo, Ca, Tm...
Frecuentemente, mucho más de lo que Ud se imagina, el paciente llega al fin de sus días sin haber comprendido el jardín en el que se encuentra. Ciertos diostores han ido guiando al enfermo a través de transcursos diagnósticos y terapéuticos pero han olvidado lo esencial: explicar detallada y verazmente su enfermedad sin eufemismos y  su pronóstico más probable. Permitir, en definitiva, que cada cual gestione su tiempo vital y su muerte.
La obstinación o encarnizamiento terapéutico, fomentado  por la industria farmacéutica (1, 2), configura cruelmente los últimos meses de vida de demasiados pacientes con cáncer.
Alargar tratamientos inútiles con supuestos efectos paliativos supone la guinda del enorme y lucrativo negocio de la quimioterapia.
¿Qué grado de objetividad puede tener el ciudadano medio ante una propuesta médica de administración de quimioterapia? Desde Farmaindustria se ocupan de acotar su terreno entre la población. Observen cómo se nos predispone ya desde la educación secundaria.
Ante este panorama, la sociedad va despertando lentamente. Han surgido asociaciones de personas que defiende una muerte digna (1, 2), e incluso políticos sensibles con el tema como nuestra compañera enfermera, Marta Sibina, en el congreso de los diputados.
Aunque en aparente minoría, también existen oncólogos que denuncian las habituales prolongaciones innecesarias de quimioterapia y la falta o déficit en la administración de cuidados paliativos adecuados en tiempo y forma; e incluso los hay que tratan de investigar seriamente contra viento y marea.
Sin embargo, para desgracia de tantos afectados, continua imperando el sinsentido, sin lugar a dudas a causa del insidioso y largo empeño demostrado por las empresas farmacéuticas dirigido a posicionar favorablemente sus productos ante quienes deciden su administración.
Realizando una búsqueda en la web observamos algo bien curioso en Aragón...Observen:




En 2013, 2014, 2015 y 2016 ha tenido lugar,  en un lujoso hotel del balneario de Panticosa, un foro debate sobre oncología. Resulta curioso que un evento anual, que presumiblemente lleva tiempo aconteciendo, no refleje la edición correspondiente (I,II,III….Foro Debate parecería más correcto pero… ¿quizá inconveniente?). Este año es el primero en el que se ha mudado la localización a Formigal.


Todos los debates comienzan en el Hospital Miguel Servet y al finalizar la primera jornada se desplaza a los asistentes a Panticosa durante tres días más (este año a Formigal).
¡Qué afortunados al poder contar con un entorno así para sus foros! Estos eventos requieren un enorme esfuerzo organizativo, ¡pero más aún económico!
Este último aspecto  está, probablemente, más que cubierto por sus 30 patrocinadores, los principales, importantes industrias farmacéuticas:




Sinceramente, resulta innecesario explicar el desmedido interés y participación “altruista”  por parte del gran lobby en un foro de debate sanitario sobre la segunda causa de mortalidad en nuestro país (CÁNCER). Si se detienen a leer con atención los programas de las diferentes ediciones, observarán la evidentísima inclinación hacia la terapéutica farmacológica. ¿Qué hay de las asociaciones de pacientes, los tratamientos no farmacológicos o la rehabilitación?
Sería conveniente que el organizador del sarao declarara algún que otro conflicto de intereses, ¿no creen?



En Delirios Enfermeros vamos sobrados de imaginación, locura transitoria e inquietud por comprender, y por ello nos chocó enormemente no haber oído mencionar jamás una fundación con el nombre de uno de los grandes sabios aragoneses y además localizada en el centro de nuestra capital, Zaragoza.
Sin embargo, el BOA quetodolosabe  arrojó un poco de luz al respecto, pueden leer los detalles aquí. La Fundación Biomédica Miguel Servet, con sede en un piso de la calle Albareda de Zaragoza se fundó en 2010 por parte de un muy heterogéneo grupo de médicos:



El presidente es jefe de sección de aparato digestivo en el SALUD, el vicepresidente es jefe de oncología médica en el Hospital Universitario Miguel Servet, el secretario y tesorero es especialista en anatomía patológica y cuenta con vocales especialistas neurofisiólogo , dos  pediatras
Un patronato heterogéneo para una fundación cuya actividad se ciñe a la investigación científica y técnica según parece, pero que en la práctica se encarga de organizar el evento anual en paraje de ensueño pirenaico.
Nos gustaría dejar constancia de ciertos deberes que , como profesionales, contraemos todas y cada una de las enfermeras con nuestros pacientes, reflejados en nuestro código deontológico:


Los autores de este humilde blog deseamos mostrar expresamente nuestra repulsa a la jerga incomprensible utilizada frecuentemente por profesionales sanitarios, a  la prolongación encarnizada de quimioterapias en el periodo final de un cáncer y a la falta o retraso en la aplicación de unos cuidados paliativos dignos.
Además, nos comprometemos, como enfermeras, a denunciar estas prácticas en nuestra actividad cotidiana e invitamos a todas nuestras compañeras a hacer lo propio en sus ámbitos. 
Así mismo, exhortamos a los colegios profesionales a mostrar públicamente su posicionamiento al respecto así como a tomar las medidas oportunas para el escrupuloso cumplimiento del código deontológico.
Porque queremos para todos #VivirUnBuenMorir #TomaTuColegio






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